Medios del mundo, aficionados y todo lo que forma a la “industria deportiva”. Diariamente se vuelcan millones de litros de tinta, cantidades siderales de fotos y horas sin fin en imágenes televisivas y de internet. El fútbol es uno de los principales rubros que se consume ávidamente en todo el planeta: Noticias efímeras, indumentaria, declaraciones, análisis, conclusiones, clubes, jugadores y con todo ello sumas multimillonarias en juego. Todo para mañana, casi nada para hoy.
Y en ese marketing que apunta a la perfección todo en tiempo y forma, secuencias inalterables que tantas veces son alterables, es simple la ecuación: los hechos están en manos de los seres más imperfectos de la creación, los seres humanos. Éstos son los jugadores, dirigentes, empresarios, periodistas y tantos otros. Entonces cuando los aficionados concurren a disfrutar de un cotejo ( un partido de fútbol), todo ese diagrama colorido: estadio, césped, banderas y adornos se diluye mágicamente cuando el balón comienza a rodar. Basta un error de cualquier participante en el encuentro: jugador o árbitro principalmente para que comiencen a llover insultos, denostar a los actores. O sea se exige la perfección a los imperfectos. De igual manera la actuación de algún dirigente con expresiones adecuadas para algunos e inadecuadas para otros basta para exigir su dimisión, el estreno de la indumentaria deportiva también gusta a unos y disgusta a otros. Entonces con todo ello nos planteamos varios interrogantes: ¿ Qué buscamos satisfacer? ¿ Qué nos mueve de manera recurrente a ser perfeccionistas en medio de un mar de imperfecciones?
En algún momento nos pondremos a pensar: ¿ Qué es la perfección? He ahí el debate. Nos enfrentamos a una realidad que nos replantea un escenario tan complicado, tan alejado de viejos pretextos que nos transmitían desde niños. Por ejemplo: Ese señor que se viste de jugador de fútbol cada fin de semana es alguien exactamente igual a nosotros, lo hace distinto sus habilidades para ese deporte nada más. Por lo demás hace su vida codiana semejante al resto de los mortales: vida familiar, personal y demás tareas. Todos los seres humanos vivirán promulgando valores de lo perfecto en una sociedad de lo imperfecto.
Busquemos racionalidad cuando los tiempos proponen demasiada irracionalidad.

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